domingo, 4 de octubre de 2009

UN NUEVO DIRECTOR... para recuperar la intencionalidad educativa

Boletín de AIEPBA. Año VII - Nº 66. Buenos Aires. Septiembre de 1997.

¿Cuáles son los paradigmas de la función del “viejo director”?... ¿Cuáles son los del director de escuela, que necesita este tiempo de transformación?... Desde acá la Lic. Cristina Masip, realiza un análisis del nuevo rol directivo relacionándolo con la función específica que dio nacimiento a la escuela.

En este mismo espacio y en encuentros anteriores, nos detuvimos a pensar juntos sobre los grandes cambios científicos y tecnológicos que se dan a nivel mundial y que a su vez determinan un nuevo contexto social; reflexionamos también sobre las alternativas que se abren -a partir de la nueva ley de educación- para que las escuelas -sus directivos y su equipo docente- actúen con criterios autónomos en respuesta a demandas propias -de la escuela y de la comunidad en la que está inserta la misma-, generando proyectos institucionales viables.
En este cuadro aparece la imagen del directivo -la persona o personas que ejercen la conducción en una escuela- en un rol que exige una revisión de los paradigmas tradicionales

El directivo de ayer.
Si pudiéramos acceder a la agenda de un directivo de años atrás observaríamos los aspectos que se sobredimensionaban en su hacer cotidiano. Generalmente organizaba su tiempo otorgándole un lugar relevante a las tareas administrativas, la mayoría de las veces en respuesta a los requerimientos de su superioridad, y con todo aquello referido a confeccionar documentación -los llamados “estados administrativos”- . Actuaba eficientemente no sólo en este aspecto sino también dando solución a los emergentes que se mostraban como urgentes y que, a veces, no eran los más importantes: Atendía problemas edilicios y de mantenimiento, se ocupaba de la matrícula inicial y final, seleccionaba personal, suministraba el material didáctico, concurría a las reuniones de directivos convocadas por la inspectora, analizaba y transmitía circulares técnicas emanadas de los organismos centrales, se ocupaba de las visitas educativas, atendía padres, escuchaba sus demandas, organizaba reuniones de actualización docente y de padres, etc, etc... Y cuando toda esta montaña de actividades estaban más o menos resueltas, podía concurrir a los salones o al parque, para compartir con sus docentes y alumnos una clase, o a dialogar en la tranquilidad de su escritorio con “la maestra que tenía problemas didácticos o pedagógicos” o a asesorar a su docente de materia especial sobre la forma de hacer más eficientes sus clases.
Quizás no podamos generalizar. Pero de hecho sabemos que muchos directivos -Ud. que lee estas líneas- se sentirán identificados. Quizás la intención no fuera desatender los aspectos pedagógicos, didácticos, comunitarios pero sucedía, privilegiándose lo urgente en detrimento de lo importante.

El directivo de hoy
Hoy la exigencia gira en torno a una resignificación del rol del directivo... ¿Quiere decir entonces, que todas esas funciones que desempeñaba ya no tienen razón de ser?
Para dar respuesta a este interrogante, el primer concepto que debemos analizar, es el de la profesionalización del directivo. Hoy no alcanza la formación con la que se llegaba al cargo. También es cierto que conscientes de ello, el intento por analizar todas las implicancias que exige la función, ha sido asumida en muchos de ellos con responsabilidad y seriedad. Y así, los profesionales que desempeñamos funciones de asesoría institucional, observamos una demanda cada vez mayor desde este sector.
Un directivo profesional es el que asume su tarea ya no como una función a la que accedió después de años de docencia “frente al grado”. Es el que considera que su tarea debe responder a los avances que marca un tiempo de grandes cambios científicos. Dar clase o dirigir una escuela significa estar actualizado en los resultados de la investigación y los aportes de los que reflexionan sobre el hecho educativo y la dinámica de las organizaciones.
Un profesional de la educación que asume un cargo de dirección, es el que ejerce la función instrumentado en base a una sólida formación. Y en este sentido afirmamos que un director no nace, se hace... Investigando, leyendo, desechando, estudiando, comparando, los aportes de los avances del conocimiento. Y al actuar en su realidad inmediata, lleva consigo este bagaje de experiencias integradas a las propias para considerar todas las variables que tienen incidencia en el problema que debe resolver. Se “mete” en las causas, piensa en términos de futuro, determina prioridades, considerando recursos humanos y materiales, en base a criterios de posibilidad, de viabilidad, en definitiva, de realidad.
El directivo profesional es el que después de haber realizado todo este recorrido, considerando todas las dimensiones -”organizacional, administrativa, pedagógico-dicáctica, comunitaria” (2) -que conforman una institución escolar, gestiona- organiza, administra, delega funciones, supervisa, asesora- sin descuidar todos aquellos aspectos que antes realizaba y que también merecen un tiempo de dedicación. Pero ahora, en un encuadre diferente.
El directivo de hoy, gerencia.
Las ideas claves en este nuevo rol que se espera ejercite, están relacionados con un estilo de gestión diferente, en el que se aúnan las características de un profesional de la educación y las de un gerente empresarial.
Es cierto que gerenciar una escuela no es lo mismo que gerenciar otro tipo de empresa, debido a las características que la definen y sobretodo, por los objetivos que la originaron en respuesta a una demanda de la sociedad -delegar en manos de profesionales, la formación de las jóvenes generaciones en aquellos aspectos que la familia no podía asumir-. Esta nota distintiva no es obstáculo para tomar los paradigmas de la gerencia empresarial, para resignificarlos en términos de organización educacional y vertebrarlos en torno al eje pedagógico-didáctico que es lo que da la razón de ser a la escuela.
Los expertos en dirección empresarial, hoy hablan en términos de “Gerencia integral”, como “...el arte de reunir todas las facetas del manejo de una organización en busca de una mayor competitividad.” (1)
Esta afirmación nos remite a un enfoque global de la escuela. A un marco en el cual todas las dimensiones son igualmente importantes y deben ser consideradas de acuerdo a una ajustada -y no por ello definitiva- planificación.
Nuestras escuelas fueron dirigidas como “partes aisladas”, en la cual la dimensión pedagógico-didáctica, que fue la razón de su origen, era uno más de los sectores que la conformaban. Hoy es necesario recuperar la intencionalidad educativa. Hacer renacer el verdadero sentido y por qué de ser de la escuela.
Para recuperar su efectividad -”competitividad”, en términos del autor citado- y abordar todas las “sub-estructuras” -dimensiones- “del campo institucional” (2), el directivo de hoy no puede “hacer” solo... No puede “pensar” solo... El gerente de escuela, debe estar capacitado para conformar un equipo de trabajo, en el cual será el conductor. Un equipo integrado por sujetos que se sientan comprometidos en un cambio que los requiere protagonistas. Conformado, a su vez, por subgrupos que actúen coordinadamente, sin aislamientos, entendiendo que las acciones de los grupos -dimensiones- se “tocan” necesariamente enraizadas en la intencionalidad educativa que mencionáramos. Intencionalidad que se vislumbrará en los objetivos institucionales definidos y enunciados en el “Proyecto educativo institucional”.

Una sola palabra: Educar.
Nuestros directivos eran asistentes sociales.
Nuestros directivos eran psicólogos.
Nuestros directivos eran administradores.
Nuestros directivos eran animadores comunitarios.
Nuestros directivos eran psicopedagogos.
Nuestros directivos eran arquitectos.
Nuestros directivos eran...eran...eran....
Además, ...educadores.
Hoy es un gerente de una organización social con características distintivas y peculiares, conformada por dimensiones que encuentran su razón de ser en la intencionalidad educativa para la cual fue creada. Es la persona que gestiona, coordinando un grupo de trabajo con el fin de conducirlos eficientemente, al logro de los objetivos institucionales, explicitados en el “Proyecto educativo institucional”, vertebrados en torno a una sola palabra: EDUCAR
Leemos...”La unidad educativa es el espacio para concretar aprendizajes de calidad para todos los alumnos. Es el espacio para recuperar el sentido y la significación de las prácticas pedagógicas” (3) .
Esto comienza con la aparición en escena de un personaje relevante:
UN NUEVO DIRECTOR

Lic. Cristina Hemilse Masip
Prof. Normal y especial en Ciencias de la Educación.
Asesora pedagógica institucional
E-mail:
licmasip@hotmail.com


Referencias bibliográficas:
1- Jean-Paul Sallenave en “La gerencia integral”. Grupo Editorial Norma. Colombia, 1994
2- Graciela Frigerio - Margarita Poggi en “Las instituciones educativas. Cara y Ceca” Edit. Troquel. Buenos Aires. 1995.
3- Pilar Pozner de Weinberg en “El directivo como gestor de aprendizajes escolares” Edit. AIQUE, Buenos Aires, 1995


1 comentario:

  1. Excelentes lineamientos para re definir las funciones de los directivos y maestros. CCR

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